lunes, 24 de octubre de 2016

CONSIDERACIONES PATERNALES (UNA PREOCUPACIÓN)

Ante la venida de mi segundo hijo están viniendo a mí sentimientos emocionales muy intensos, uno de los primeros que han aparecido nada más conocer la noticia ha sido la sensación de pena doble, porque por un lado tengo la sensación de que no voy a tener más remedio que dejar de dedicar toda la atención que dedico a mi primer hijo y por otro lado, de que no voy a poder dedicar a mi segundo hijo la atención plena que se merece, es curioso que la alegría por la noticia haya tardado unos días en aparecer, mientras que lo que ha prevalecido durante un primer momento haya sido esa sensación de pena. 

Tengo la convicción de que la labor de un padre es dedicarle tiempo, mucho tiempo a un hijo; para mí un hijo es como una obra de arte a la que hay que dar forma, es una estatua que hay que esculpir, un cuadro que hay que pintar, un poesía que hay que crear, es una parte de nosotros y como tal tenemos que dejar una impronta en ella, este rasgo peculiar y distintivo nuestro sólo es posible si el hijo ha recibido, ha absorbido, ha visto, ha oído, ha vivido de nosotros aquello que le queremos inculcar. Ser padre de un hijo me ha permitido dedicarme plenamente a esta labor, he vivido cada etapa de su desarrollo lo más profunda e intensamente que he podido, no he querido perderme nada, me he exigido estar siempre a la altura de las circunstancias aunque no siempre lo he conseguido. 

Tanto si cuando el hijo te obliga a despertarte cada dos horas porque tiene hambre o llora, como cuando se mea en medio de la alfombra o te pinta un sofá o te corta una cortina, tanto cuando se golpea y tienes que ir corriendo a urgencias, vomita en el coche o su comportamiento pone a prueba tus nervios, en cada circunstancia, he querido pensar que todo ello es parte de su desarrollo, de su experiencia y que yo simplemente tengo que estar ahí, solucionar el problema cuando se presenta y educarle y encaminarle hacia lo que pienso que es lo correcto, que todo ello forma parte de su vida, de mi vida, de nuestras vidas. 

Ahora que hago una mirada retrospectiva de estos últimos años con mi hijo, sé qué es lo realmente importante en la labor de un padre: estar simple y llanamente ahí. Ese ahí es el que ahora precisamente me preocupa con la llegada del nuevo hijo, que ese ahí no sea completo o por lo menos suficiente, tener que dividirlo, tener que partirlo, no poder dar mi ahí a los dos cuando lo necesiten.

No hay comentarios:

Publicar un comentario